Influencias de la Actividad Educativa Ya hemos visto como el niño nace con una gran inmadurez y como, poco a poco, a través de la intuición y del cuidado de sus padres maduro lentamente. Algunas madres o sustitutos encargados de la educación ayudan al niño a que se convierta de una forma natural, en un ser autónomo, al ofrecerle las posibilidades de que adquiera una experiencia propia. Todo niño pasa, en este sentido, por una serie de frustraciones que los padres deberán aceptar no tanto como una finalidad en sí mismas, sino como algo bueno e incluso necesario en su proceso madurativo. Sin embargo, hay padres que, por falta de información o por cuestión de carácter actúan de forma equívoca con su hijo al prescindir del binomio satisfacción-frustración. Unas veces pretenderán evitarles todas las frustaciones; tal es el caso de los padres sobre protectores, quienes, a fin de evitar cualquier daño al niño, le previenen insistentemente frente a cualquier peligro ante de que él mismo haya intentado realizar la acción, agobiándole y negándole posibilidad alguna de investigación personal; o bien le esconden cosas reales que el niño debe saber (como puede ser la muerte de algún ser querido) para que no sufra, hurtándole así la posibilidad de que elabore un duelo normal, que contribuiría, sin duda alguna a su maduración. Otro caso es el de los padres rígidos, que actúan según lo prescrito por sus propias convicciones o por los consejos de un manual, olvidando las concretas necesidades de su hijo. Pensemos en aquellas madres que alimentan a sus bebés a horario fijo sin tener en cuenta si el niño tiene o no hambre; o bien, en la falta de flexibilidad cuando las circunstancias requieren generosidad: tal sucede cuando el padre vuelve de viaje y el niño tiene ilusión en esperarle porque hace días que no lo ve, pero se le manda ir a la cama, "pues ya es hora". Ese niño acumulará seguramente más frustraciones que satisfacciones, y por ello habrá de influir negativamente en su proceso madurativo y de carácter: crecerá, pues, con la expectativa de que el deseo debe ser anulado y, por lo tanto, lo negará o lo reprimirá. Se han expuesto a si dos actitudes educativas bien diferenciadas cuyo resultado serán individuos que diferirán en la forma de abordar los conflictos que enfrenten en su adolescencia. Acostumbra ser difícil que los padres acepten que un fallo (como puede ser el rechazo, o la rigidez, o la sobreprotección de la madre) sea tan importante como para que el Yo del niño se retrase en su desarrollo. No cabe pensar en una educación perfecta ni en que ésta sea capaz de formar al hombre o a la mujer ideal, pero, según las metas educativas que se propongan, se contribuirá en gran parte a formar la personaidad del futuro adulto y a configurar las expectativas de que dispondrá ante el mundo que lo rodea. El concepto de educación y las consiguientes propuestas educativas conllevan distintos métodos a la hora de alcanzar tales ideales; por esta razón, las grandes diferencias entre los varios sistemas educativos han de conformar necesariamente personalidades distintas y formas diferentes de vivir y de enfrentarse con el mundo externo. A continuación, se verán brevemente tres de los más importantes métodos educativos a fin de que cada cual pueda reflexionar sobre el que considera más acertado para poder criar adecuadamente a un niño, claro que ninguno es infalible. Método autoritario: Las personas autoritaria intentan conseguir sus objetivos imponiendo sus criiterios mediante presiones y tratando a sus hijos como seres sin discernimiento; de este modo les frustran, en todo momento cualquier intento de resolución personal de sus propios problemas. La obediencia, la disciplina y el orden rigen, así, las relaciones familiares. El niño educado autoritariamente será muy dependiente, ya que se le ha acostumbra a ver todas sus dificultades aparentemente resueltas, mediante la censura de toda iniciativa particular. Al mismo tiempo, sus deseos han sido sopesados de acuerdo con el modelo paterno, sin tenerle en cuenta como persona capaz de pensar y de desear, dotada de un mundo propio que no coincide, la mayoría de las veces, con el de los adultos. Convertido en adolescente un niño semejante tiene dos posibilidades. Una de ellas es rebelarse contra toda autoridad, pudiendo llegar a conductas antisociales pues vivirá el mundo como algo hostíl y represor de todos sus deseos; por consiguiente, buscará satisfacción en pequeños grupos marginados que no le servirán, en general, para modificar su visión infantil y crecer afectivamente. La otra postura puede consistir en adaptarse, a falta de criterio propio, a las normas paternas. El miedo a la autoridad predomina en este caso: toda ley es norma. El muchacho no podrá conseguir una independencia, ya que pensar y decidir por cuenta propia es vivido como algo malo, que no puede alcanzarse porque siempre ha estado vetado. Llevarlo a cabo significaría el derrumbe ante el consiguiente enfrentamiento con la autoridad, a lo que el chico no se atreve. Este tipo de personalidad remite a los "Adultos- Infantiles", que se conforman con todo y carecen de iniciativa. Análogamente, pueden identificarse con el propio autoritarismo, y convertirse, con una rigidez extrema (incluso más que los propios padres), en autoritarios acérrimos, desconocedores del significado de la palabra tolerancia y del cambio de ideas. En este segundo tipo, el autoritarismo funcionaría como defensa ante la propia fragilidad e inseguridad. Método antiautoritario: Este método, contrario al primero, procura evitar todo tipo de presión. Deja al niño con entera libertad para que sea él quien decida sus cosas con un temprano espíritu crítico, con lo cual la adaptacion, la tolerancia y la ambición se consideran negativas y se intenta reprimirlas. No existen modelos paternos ni normas, y el niño debe probar y aprender de sus éxitos y de sus fracasos, fruto de las decisiones que toma según su propio criterio. Este niño crecerá, y llegará a la adolescencia, sin ningún modelo de identificación, carente de unas normas mínimas e interiorizadas para enfrentarse al mundo que lo rodea. Así por ejemplo, se puede considerar que el espíritu competitivo es algo negativo, pero conviene saber que nuestra sociedad se basa fundamentalmente en él, y, por tanto, hay que preparar al niño para que sepa reaccionar o para que disponga de valores y criterios con que poder enfrentarlo. El adolescente que no ha sido ayudado en el plano afectivo a valorar y conocer los diferentes aspectos sociales y humanos, puede actuar con tal ingeniudad que no recibiria mas que desilusiones y frustaciones, al comprobar que las cosas no son tal como se las había imaginado; por otra parte, la inexistencia de unos modelos de identificacion y de uns valores en que ampararse puede convertirle en un inadaptado. Por este motivo, tendra que recurrir a pequeñas comunidades en las que pueda seguir, en mayor o menor grado, el ritmo de vida que le apetezca, desplazando su frustracion social y sintiendose perpetuamente incomprendido. Método democratico: Este tipo de educacion pretende encontrar el termino medio entre los 2 anteriormente citados. El niño recibe la libertad y autodeterminacion que necesita en las distintas fases de su desarrollo y, por otra parte, no se le niega la necesaria seguridad proveniente del apoyo, aunque ello pueda implicar, a veces ciertas limitaciones. Este método renuncia a toda violencia tanto fisica como siquica ( al contrario de la educacion autoritaria), rigiendose por las tres necesidades básicas del niño: seguridad, amor y aceptación. Procura evitar en lo posible, al mismo tiempo, crear temores en el y educarlo con excesivas imposiciones. Finalmente, trata de comprender las necesidades individuales y de cada momento, y, sobre todo, acepta el niño, de buen principio, como una persona que necesita ayuda (no abandonandolo a su suerte, como el caso del antiautoritarismo). EL niño que ha recibido esta educacion tendra, al acceder a la adolescencia, los conflictos propos de la edad, los cuales le crearan las mismas dudas y temores que a los demás, pero, al mismo tiempo, poseera en su interior la confianza y la seguridad de que no esta solo y podrá buscar en los demás el apoyo que necesita. Del mismo modo, será capaz de pensar y decidir, pues ya esta acostumbrado a hacerlo, y, asimismo, podrá soportar mejor las frustaciones y elaborarlas porque su confianza original ha sido suficientemente estimulada para no hacerle desesperar ante cualquier adversidad. Queda claro, en resumen, que el papel de los padres es de suma importancia para todo el desarrollo de los niños. El problema reside, aparte del método y de las finales educativas, en la propia inseguridad de los adultos cuando esta no les permite dar una educacion que no suponga a cambio de una sobreproteccion -que ellos mismos necesitan y que proyectan sobre el hijo-. Cuando la relación entre los padres no es buena, se cran unas tensiones en la familia que perturban el equilibrio de todos sus componentes. En estas familias, los hijos sirven, por un lado, para aliviar la frustacion generada por el matrimonio, y por el otro lado, se convierten los receptores de los conflictos que los padres puedan proyectar y revivir, lo que les lleva a ser manipulados en pro de uno y en prejuicio de otro. |